La extraña muerte de Fernando Báez Sosa
por Lector de Miles Mathis
Publicado por primera vez en 2025. Sólo mi opinión, basada en búsquedas que cualquiera puede hacer.
Este es un análisis del documental de Netflix sobre el caso de Fernando Báez Sosa, un joven moreno de 18 años que terminó inhumado en el pasillo 18 del cementerio luego de que el 18 de enero de 2020 lo atacara un grupo de 10 rugbiers, de los cuales 8 fueron condenados tras la marcha multitudinaria del día 18 a las 18 (ases y ochos, chai).
NO TE PIERDAS EL FINAL, donde te cuento cómo siguió su vida el joven fallecido, aunque algunos comentarios sobre el evento, que mezcla los falsos ataques raciales a Malcolm X o Nelson Mandela con la actuación de rugbiers ya vista en el Clan Puccio o la Tragedia de los Andes, son la primera señal de que algo no cierra:
1. “Fue el asesinato más filmado en la historia criminal argentina”. (Wikipedia)
2. “Yo me sentía en una película”. (Enzo Comelli, condenado)
3. “Fue un asesinato loopeado. Entonces Fernando nunca terminaba de morir”. (Facundo Pedrini, periodista)
4. “Esto es todo falso”. (Horacio Henricot, abogado defensor)
5. “En mi mente y mi corazón creo que Fernando va a venir a visitarnos y que sigue vivo”. (Mariela Sosa, prima).
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| Similitudes entre los casos de Gabby Petito y Fernando Báez Sosa |
También es obvio su paralelismo con la falsa desaparición de Gabby Petito, ocurrida el 11 de septiembre de 2021, como lo prueban sus imágenes con alas de fénix, señales de mano y mariposas monarca. Sobre el caso de Fernando, nos informan con fondo púrpura que, al poco tiempo de morir, una mariposa se posó sobre la hija recién nacida de su abogado Burlando.¿Sabes lo que eso significa? La mariposa monarca es un símbolo de falsa muerte orquestada por gobernantes ocultos (fenicios, púrpura de Tiro). Así que será mejor analizar a los protagonistas…
EL “MUERTO”
Sí, aunque no lo creas, su amigo Gastón Muzlera ya señalaba a Fernando en otra fiesta antes de que lo mataran, consiguieron entradas para el VIP de Le Brique exactamente a las 3:30 y quien tocaba la noche del crimen era el trapero Neo Pistea, quien te da más pistas con la pirámide masónica tatuada en su frente. El documental fue dirigido por Martín Rocca y Alejandra Sarmiento, guionado por Tatiana Mereñuk, y producido por Fábula, de los hermanos Larraín, fabuladores con el arbolito sionista que también filmaron “Los 33”.
Fernando José Báez Sosa, hijo de los paraguayos Silvino Báez y Graciela Sosa Osorio (hija a su vez de Bernardo Sosa y Avelina Osorio), había cursado la primaria en el Instituto María Bianchi de Copello con César Benítez, Matías Benavide y Alejandro Dubini, siendo estos dos últimos los amigos con los que curiosamente había aprendido judo y vacacionó en Miramar la semana del 10 de enero de 2020, lugar donde dos de sus compañeros del secundario, Juan Manuel Pereyra Rozas y Federico Raulera, se le unieron antes de viajar a Villa Gesell.
Mira esta foto de Fernando con sus padres a los 12 años. ¿Notas algo raro ahí?... ¿Por qué los tres esconden una mano? La madre detrás de la silla, podría ser. Su hijo detrás de la espalda, quizás. El padre detrás de la cabeza, difícil. ¿Pero los tres juntos? Mmm… Y convenientemente, nos dicen que a los 8 años era fanático de la serie Ben 10 y que antes del viaje pidió a su madre que le sacara una última foto y escondió una carta con sus planes para el futuro. Nótese que, según algunos medios, su plan no era la comodidad, sino la “comicidad económica” (comedia, teatro), que el padre de Fernando dice no haberse podido despedir de su hijo antes del viaje “porque tenía que ir al trabajo” a pesar de que era portero en ese mismo edificio, que el fundador de la ciudad Carlos Gesell era descendiente de los nobles Talbot y llevaba un fénix en su insignia de caballero alemán, que luego del crimen los asesinos pasaron por el supermercado Marina, y que la evidencia principal era sangre en la zapatilla (shoe = show = jew) de Máximo Thomsen, a quien los empleados de seguridad sacaron del boliche con una llave mataleón (león de Judá).
La fundación Germinare, fundada en 2001 por la graduada en norteamérica Constanza Oxenford y presidida por el banquero de apellido fenicio Juan Ball, le otorgó a Fernando una beca para cursar el secundario en el Colegio Marianista entre 2014 y 2018, siendo el primer alumno en asistir en esas condiciones y en pedir ser velado allí “si llegara a pasarme algo”. Esa es la misma fundación que luego recaudó fondos para la familia.
LA “NOVIA”
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| Julieta Rossi, en el centro, consolada por su madre Alejandra y su amiga Camila Pietrafesa. |
Julieta Rossi Russo, hija de Oscar y Alejandra cuyos apellidos significan rojo, no asistía al mismo curso del Colegio Marianista que Fernando, ya que iban a la división de Gestión y de Humanidades respectivamente, pero tenían amigas en común como Sofía Clara Parisi (contadora), Lourdes Ruiz Sánchez (marketing, animadora en Casa Ronald McDonald), Camila Biglieri (actriz, guía en Centro Ana Frank), Sofía Steinhardt (contadora), y Camila Pietrafesa (psicóloga), quien los presentó en 2018. Estaban de novios hacía 10 meses, guardaban sus recuerdos en una caja de zapatos roja y habían empezado juntos la carrera de Derecho, a pesar de que ella se había anotado al principio en Arquitectura.
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| En orden: Sofía Parisi, Lourdes Ruiz Sánchez, Camila Pietrafesa, Camila Biglieri y Sofía Steinhardt. |
Julieta y Camila no presenciaron la golpiza porque en ese momento estaban dentro del boliche, pero se mostraron muy participativas en las marchas, al parecer ensayando la misma pose que los padres de Fernando y hablando tranquilas y en secreto cuando no iban llorando ante las cámaras.
También estaban en Le Brique otras amigas como Celeste Gómez y María Victoria Pugliese. Aunque no hay más datos sobre ellas, con estos nombres podemos encontrar, por ejemplo, a la periodista Celeste Gómez Wagner, que publicó en la revista Voces en el Fénix, o a la especialista en marketing digital María Victoria Pugliese, ambas con apellidos de famosos músicos masones casados con mujeres judías.
La novia no parece tan inocente e inofensiva cuando la vemos en Escalada Velatorios con la campera roja de Polonia que usaba Fernando, sus tonos púrpura o su atuendo dark. Según sus propios dichos, maquillarse y armar montajes eran cosas que les gustaba hacer juntos y debía mantenerse firme al comienzo para caerse después. Fue ella quien entregó la camisa rota de su novio a la fiscal del caso, Verónica Zamboni.
Esta es ella con Oscar Rossi, su padre, que desde el 16 de enero estaba veraneando en Pinamar y fue uno de los que reconoció el cuerpo de Fernando a las 3.30 en la morgue de esa ciudad y el primero en declarar en la segunda jornada del juicio, con un sweater rojo y en reemplazo de su hija. Esto ya debería hacernos ruido no sólo porque estuviera convenientemente en el lugar al que fue trasladado el cuerpo luego del evento, que es la ciudad más costosa de la zona aunque dijera no tener plata, sino porque con tantos familiares y testigos directos esperando para declarar, no era él quien debía hacerlo.
Sus palabras “¿Qué pasa después de la sentencia? Hay un vacío de nuevo” son muy similares a las que Julieta pronuncia en un programa televisivo previo donde además se nombra la marca de la camisa con plumas de Fernando, por lo que más que una reflexión de la familia parece una prueba de que estaban repitiendo el mismo guión, también utilizado en una carta de la joven días antes de presentarse al programa. La participación del padre en el juicio sólo fue para justificar la repentina desaparición mediática de su hija por un supuesto estrés postraumático que le impedía “estar preparada”, cuando en realidad ya había cumplido su rol de viuda difusora y los guionistas la estaban preparando para su próximo papel. Si quieres saber cuál, te lo cuento.
Al volver, la tímida joven se convirtió de pronto en modelo de ropa interior, influencer con más de 380 mil seguidores, profesora de La Estación de Danza y bailarina de artistas famosos como Nashy-Nashai, Coisla, Aitana, Flor Vigna y el rapero Ecko (nótese el tinte púrpura y el ojo que todo lo ve en la primera foto). Así que los que se preguntaban qué iba a ser de su vida sin Fernando, ahí tienen la respuesta: dinero, viajes y fama. Quizás por eso les gustaba sacar la lengua y hacer cuernitos como a sus amigos y abogados.
Bonita luz violeta, ¿verdad? En los años ‘90, Le Brique pertenecía a la sociedad All Right SRL, cuyos últimos socios registrados son Aníbal Gerardo Leguizamón (de Ebleis SA), Ricardo Néstor Scodelaro y Marcelo Fabián Vázquez (de Xcaret SRL), Nelson Alejandro Valimbri (testaferro político) y Daniel Gustavo Maximiliano Vázquez (presidente de la Cámara de Discotecas y Entretenimientos de la Ciudad de Buenos Aires). Nos cuentan que los socios originales, Daniel Fernando Cassola (presidente de la Asociación de Clínicas y Sanatorios Privados de la Provincia de Buenos Aires) y Ricardo Bautista Saval (socio gerente en Conurbano Salud SRL), habían adquirido el inmueble en 1991 y lo transfirieron en 1997 a una sociedad off shore uruguaya denominada Launert Realty SA, que era la dueña en el momento del crimen, ocultando así la identidad de los verdaderos dueños de una forma que podría considerarse “sinónimo de fraude y simulación”.
Inscripta en los términos del artículo 118 de la ley 19550, el acta de directorio de 1997 fija el domicilio de Launert Realty SA en Viamonte 611 piso 6 G y pone como representante en Argentina al señor Ángel Elías Diggiuseppe, DNI 4821023. Pero lo extraño es que en esa dirección funciona el centro de estética EstheticBA, que en su imagen de presentación transforma media naranja en un gran ojo, que Malinda Launert es una agente de bienes raíces norteamericana de la empresa Coldwell Banker Burnet, con servicio a la comunidad gay LGBTQ y sede en Sudamérica, y que en la tragedia previa del boliche Cromañon también se había intentado camuflar a sus dueños tras una financiera de inversión uruguaya denominada Nueva Zarelux SA.
Aquí vemos al amigo del intendente de Gesell y abogado del boliche Le Brique, Sebastián Álvarez, junto al testaferro que aparece como encargado de ese local y de otros de la zona, Fernando Fernández Carretero, quien en la segunda foto viste una campera de camuflaje militar. En 2017, ambos fueron candidatos en una lista de concejales, por lo que podemos deducir que ellos son el contacto con los verdaderos dueños.
LOS “TESTIGOS”
Por otra parte, sólo 33 personas en el mundo portan el apellido de Federico Raulera, dedicado a la actividad bancaria, por lo que podría ser una variante intencional de ruler (gobernante), mientras que el nombre de Juan Bautista Besuzzo es el del santo de la masonería y coincide exactamente con el de un famoso futbolista uruguayo. Su apellido es una variante de Besozzi, familia noble italiana que lleva un fénix en su escudo.
Párrafo aparte merece el amigo Juan Manuel Pereyra Rozas, cuyo apellido coincide con el del político y coronel Ricardo Pereyra Rozas, emparentado con los Ponce de León y el caudillo masón de mismo nombre, Juan Manuel de Rosas. Según nos cuenta en el documental, luego del asesinato volvió a Miramar, donde al ver que un perro callejero lo seguía a todos lados, decidió tatuarse el nombre que le había puesto en ese momento al animal: Rex. Sin embargo, luego se dio cuenta de que la caligrafía era tan especial que al verlo al revés se leía el nombre de su amigo fallecido: Fer. ¡Ja! Olvidémonos por un momento del sentimentalismo y pensemos con racionalidad. ¿Quién en su sano juicio se tatuaría el nombre de un perro callejero con el que sólo estuvo unos días? Y si fuera así, ¿qué probabilidades hay de que casualmente eligiera un nombre que visto al revés diera como resultado el de su amigo? Casi ninguna, y por eso nos lo quieren vender como algo inconsciente o sobrenatural.
El jefe de seguridad del boliche, Alejandro Claudio Muñoz, parece querer decirnos con su remera de Hogwarts que todo fue un gran truco, del que también participaron otros empleados como Carlos Alberto Forzatti, Fabián Maximiliano Ávila, Christian Ignacio Gómez, Héctor Hernán Chiapara y Federico Morello. Muñoz es el único que declaró haber visto el momento en que mataban a Fernando porque justo había salido a la puerta del boliche y no intervino, algo extraño ya que como jefe de seguridad debía estar adentro y el portero Carlos Forzatti afuera. Christian Gómez informó que la policía se había ido durante el incidente para detener a un joven de 1,80 m que tiraba piedras porque había perdido su zapatilla en el boliche.
La noche del crimen acudieron los policías Roberto Gustavo Basualdo, Carlos Aníbal Contino, Fernando Raúl González y Leandro Hipólito Barreca Maidana, y los bomberos Verónica Onieva y Javier Timoteo, quien murió unos años después luego de que fuera trasladado a La Plata por una mala praxis. Las médicas que atendieron a Fernando en la ambulancia eran Carolina Silvana Giribaldi Larrosa y Patricia Liliana Gómez, y la médica del hospital, Silvia Elizabeth Romero. Otros oficiales como Mariano Vivas y Lucio Pintos participaron en la detención. Los forenses Diego Duarte y Silvana De Piero realizaron la autopsia luego de que el hospital de Gesell ordenara trasladar el cuerpo a la morgue de Pinamar, informando que Fernando había llegado con vida en clara contradicción con quienes lo habían dado por muerto enfrente del boliche. El ataque a Fernando fue a las 4:44 y su muerte se constató a las 5:55, lo que da exactamente 1 hora y 11 minutos, y el “forense” Diego Duarte es un traumatólogo especializado en rodillas que atiende desde las 18 hs. y tiene el mismo apellido de Eva Duarte (temperatura 30.3).
LOS “ACUSADOS”
Sus apellidos coinciden con los del masón Guarino Guarini, el investigador de la masonería chaqueña Diego Martínez Guarino, el intendente de seguridad Arturo Pertosa (que es el apellido original de los Pertossi), el defraudador masón Matthew Thomson (variante de Thomsen), entre otros. Su psicólogo fue Agustín Costa Shaw, otro apellido fenicio.
CONCLUSIÓN
Si aceptas que Fernando José Báez Sosa pudo haber fingido su muerte y quieres saber cómo siguió su vida después de eso, su propia madre te lo cuenta en redes con su usuario graciela.sosa.33: dos meses después de la condena, el primo de Fernando, que nació el mismo día y lleva el mismo nombre que él, se casó con una tal Cinthia en Paraguay. Pero para que no fuera tan obvio, en vez de Fernando José, pasó a llamarse Luis Fernando. ¿Y ese nombre por qué? Probablemente en homenaje al desaparecido en el colegio Marianista Luis Fernando Kuhn, que como ya sabrás, es Cohen (judío).






























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